Caricias en Do mayor
Es posible que mis palabras se desvanezcan
Como el humo de una chimenea pasajera.
Que suban en lo alto y como cual
fuero desaparezcan
En un pestañeo de ojos en una sonrisa pasajera.
Todo aquello a lo que mueve el mundo, la ventaja
desperfecta.
Porque no puede ser el ruiseñor caballero y amante,
En el surcar de las aguas saladas al compás de los alardes;
Sus ojos se mueven entre el viento, entre los cabellos de su
pelo.
El tacto de un cuerpo sediento de pasión es como un volcán
en erupción,
Con cada poro de piel que tocas, se enciende en su interior;
Rebosando un calor insaciable trascendente del fatuo fuego
del fruto del amor.
Los pies bailan al son de sus labios, de su sonrisa del
bombeo de su corazón.
En la penumbra de la noche una caricia en Do mayor suena
petulante,
Brillando en la tiniebla los ojos, carne de predilección
frenética del éxtasis,
Entablan en silencio el deseo, la ferocidad de sus labios
ardientes.
Mientras unas manos coquetas y agresivas desnudan las arenas
de las aguas.
Palpando cada poro, vello y augurio sin miedo a la perdición
del tiempo,
Con ansias de clavar sus garras en la vanidad, desgarrando
la carne del pecado,
Clavando los
colmillos marcando su virilidad, destripando al cobarde crustáceo
Y sacando del las profundidades el salvaje lobo blanco
sagrado.
Entre la luna y las estrellas Lycon aúlla haciendo de ella una caricia sonora,
En la que entierra su
pasado, llama a su futuro y descubre a la actual pasión.
De la sabana entumecida por
la infiltración de la sangre carnal simonía,
Que con cada alarde aullido desvanece el tiempo creando una capa de
seducción.
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