Leyenda personal
Seis cuerdas en el pasillo de la llamada
Contemplan el reflejo de una apacible sonrisa.
Sentada en el estante, tumbada en la cama
Escucha los estruendos de la noche
Imita la suave clase de las baladas.
Al contacto una imagen llameante,
De recuerdos ambiguos en el silencio.
En la mente con un fondo apaciguado
De tonos oscuros y deslumbrados
Espera con impaciencia ser tocada.
Una caricia en su frente, un pequeño golpe en el corazón
Un leve tintineo soplando por aquel hermoso deseo de pasión
En la pierna sentada, postrando su más severa calma.
Todo empieza y termina cada cuerda se mueve, se eleva, se
marcha
Escritos en el aire esbozando un reflejo del alma flameada.
Un retumbo en la noche unas manos acarician su pecho
En el silencio se escucha un suspiro del la respiración alentada
No hay manera ni forma ni nadie que comprenda
El tacto de una guitarra tan solo con una superficial mirada
Puesto que la música se siente se palpa pero nunca se
contempla
Con una simple e impactante mirada.
Hay que conocer lo desconocido, enfrentarse a lo perdido
En cada acorde el corazón, con cada sonido un latido
Un sentimiento postrado, divino que se entrama en los oídos
Quisiera pues tocar con un hilo decía un niño sin sentido.
Y así pues el chico levanto el vuelo entorno el hilo
Y con un suave tintineo escucho el grito del alambre
Que con muy suave tono contaba su historia campante.
La música nace de lo vivido, de detalles insignificantes
como un hilo
Tan solo el observador se da cuenta de lo sucedido
De la melodía del entorno, de la paz de una canción
Cantada por ruiseñor, un trozo de madera o quizás un telar chillón.
Con cada paso en un día cotidiano un acorde tocamos
Tal vez triste,
templado, alegre o sosegado
Será único, concreto o simplemente enrevesado
Pero será tu sinfonía, tu canción de cada día
Tu leyenda personal a la que nadie jamás alcanzara en la
misma sintonía.
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