martes, 22 de diciembre de 2015

Hasta pronto...viejo amigo


Hasta pronto...viejo amigo

Ven viejo amigo, reúnete conmigo en el pasillo. Allá donde un día habito el olvido, ahora hay ilusión. Te redactaría mil y una palabras describiendo la situación. Qué fue de los días atrás, las sonrisas de desesperación, las lágrimas efervescentes…

La verdad es que es mejor no recordar. Pues las frías sombras todavía acechan. Tan solo necesito rememorar esos cálidos momentos en los que ellos elevaban mi ánimo. Y por supuesto, aunque no de tu agrado, no eran tuyos.

Loco y testarudo has sido y serás siempre. Rondando entre las tinieblas, el miedo y la ignorancia. Acentuando el amargo café de mi vaso cada amanecer. 

Pues bien, esto no es una carta de despedida. Sé que es imposible desprenderse de tu arrogancia y que un día, lejano o no, tus garras volverán a rasgar la carne de mi espalda. Pero ahora he de decirte: “hasta más ver”.

¿Debería ser agradecida contigo? No sé. Es algo en lo que sigue trabajando mi mente.  Tu presencia me ha enseñado, ha traído hogar a mi desolado paradero. La locura que cediste mezclada con burbujas y sal, al final concluyó con algo bueno.

Y si, con mi copa en la mano brindo por tu marcha. Cierro mis ojos y me regodeo en el sutil perfume de la victoria, por el momento. Sé que nunca has traicionado esa compañía descarada y depravada de nuestra relación.

Tus celos van en ascenso con cada piedra que supero. Más aún por esos abrazos que reconfortan cada poro de mi piel. Que como la buena miel se apelmaza en tu paladar y hasta que no te sacia no emigra.
Me quito el sombrero, esta vez te superarte longevo diablo. Pero no te llevaste mis fuerzas ni mi pasión por la vida. Es más, en el conflictivo trayecto encontré la valiosa amistad de mis seres más cercanos.

Ya tendré noticias de ti. Nos vemos, vil huracán.

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